Nadie.
Esa es la realidad que vive México estos días. Todos perdimos con las elecciones del día de ayer.
Perdimos porque menos de la mitad del electorado fue a votar.
Porque 6% de los que sí votaron lo hicieron en blanco o anularon el voto.
Porque la sociedad mexicana lanzó un claro mensaje de que la clase política y la gente están viviendo en dos lugares distintos y hablando dos lenguajes distintos.
Y es preocupante.
Es preocupante que a pesar de que la clase política se de cuenta de ello (es imposible no hacerlo) se hace de la vista gorda y festeja (como si hubiera mucho que festejar) sus "triunfos". Triunfos conseguidos a través de interesar a menos de la mitad del electorado. Es un triunfo falso, es un triunfo que es porque alguien tiene que ganar.
Pero no han triunfado. Todos hemos perdido.
Perdimos porque se vivió una jornada electoral cochina. Pareciera que el esfuerzo que se ha invertido en limpiar el proceso nunca hubiera existido. Vilvimos a las prácticas antiguas y denigrantes del acarreo, toma de casillas, perdida de boletas. Desde el caso penoso de Juanito dictado por AMLO en Iztapalapa hasta casos de toma de casillas por Flavio Sosa en Oaxaca. Parece que no hemos aprendido nada en este país. Y tampoco tenemos memoria.
Hoy, el PRI a vuelto a ser mayoría. Y aunque la alternancia es sana, es tiempo de alternar con algien más. ¿Pero quién? ¿La izquierda? Me encantaría ver una verdadera izquierda, bien preparada y seria en México. Pero el PRD no se puede gobernar ni a si mismo. Y el PAN está siendo castigado por una sociedad cansada.
Parece como si el tiempo se hubiera detenido y en los últimos diez años no hubiera pasado nada.
Qué triste se ve el panorama político en el futuro de México.
Pobre México, lo fuimos a poner en muy malas manos.
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