Ayer vi a Letterman entrvistar a Barrack Obama. Es la primera vez que un presidente de Estados Unidos acude a un talk show. Y me pareció excelente que lo hiciera.
Podrán decir que fue para hablar de sus programas de Gobierno, ¿de qué más va a hablar un presidente, es su trabajo? Cuando un actor va a Letterman o con cualquier otro entrevistador de un late night va a hablar de su trabajo. Promueve su última película, habla de sus proyectos. Es parte del trabajo de un actor aparecer en este tipo de programas para darle promoción a su figura y a sus proyectos. Lo mismo para un político, incluso un Presidente.
Veámosle el otro lado a la tortilla y pongamos la misma situación en México. Dado que no tenemos a una personalidad de la categoría de Letterman en la barra del late night (perdón René Franco pero estás a años luz) y lo más cercano que hemos tenido ha sido Adal Ramones (perdón David Letterman por la comparación) digamos que Felipe Calderón decide ir a Otro Rollo (si estuviera al aire, estamos hablando de hipótesis) para hablar del paquete económico, del IVA o simplemente para ser entrevistado. La mañana siguiente tendríamos a miles de "inconformes", porque para inconformarnos somos muy buenos. Políticos, cientos diputados y decenas de senadores opinarían que cómo es posible que el Presidente salga en un programa haciendo proselitismo y seguramente echarían a andar algún tipo de sanción para el jefe o para quien sea, con tal de sancionar a alguien y "hacerse notar porque esto es un acto fascista". En fin, se armaría un zafarrancho. ¿Por qué no tenemos la madurez de aceptar que las figuras políticas también son gente, personalidades, incluso celebridades y que pueden ser tratados como tal por los medios de comunicación?
Me impresionó ver a Obama con esa soltura, naturalidad, espontaneidad. No estoy hablando de Obama el político, sino Obama como persona. Miren, a mi siempre me ha parecido que el manejo de Obama como marca ha sido impecable. El hecho de que saliera con Letterman ayer comportándose como la persona que seguramente es cuando se toma una cerveza con sus amigos (que ya quedó claro que hace) o la persona que es cuando desayuna con sus hijos, es una estrategia sumamente inteligente. Claro que ayuda que Obama tenga el carisma que tiene. Pero el tipo se ve natural, se ve honesto y eso aumenta su credibilidad. Eso es la política, es imagen, es percepción, es caerle bien a la gente.
Volteo ahora hacia México. Políticos sin chiste, sin naturalidad, cero espontáneos y con un lenguaje que parece lejano al de la gente normal, un dialecto rígido, falso y extraño. ¿Me sentaría a tomar una cerveza con Calderón, con Manlio o con Navarrete y qué dirían? ¿cómo hablarían? ¿contarían un chiste?
Me gustaría ver el día en el que esto sucediera en México. En parte por ver a políticos reales, pero más por ver que la libertad en los medios es posible. Que tenemos la madurez de escuchar propuestas y no que nos prohíban que los políticos digan cosas en programas de entretenimiento o en partidos de futbol porque piensan que no tenemos la inteligencia para discernir entre propaganda política y buena onda.
Pero como todo esto es una hipótesis, también es una hipótesis que vivamos en un país con verdadera expresión de ideales, en donde la gente se puede manifestar en todos lados cuando quiera y como quiera. También es una hipótesis que el uso mediático es una herramienta de la democracia.
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