El narco no nació ayer.
Ni el sexenio pasado.
Ni el anterior.
No es para que los partidos en las actuales elecciones se estén echando la bolita para ver quién tiene la culpa. Ni es para que por la misma razón, nadie quiera arreglar el problema.
No es para que un partido o el Gobierno se adjudique la lucha. Pero si es para que los demás que no lo están haciendo despierten y apoyen a quien lo esté.
El problema con el que vivimos actualmente tiene que ver con años de impunidad, de gobiernos y gobernantes que se hicieron de la vista gorda. De no querer arreglar un problema chico, que se hizo grande, y se hizo grande, hasta que terminó por ser más grande de nuestra capacidad de gobernar y poner orden.
Cómo poner fin a un problema que está dentro del sistema de gobierno y de imposición de la ley. Un problema que hace que un cuerpo de policía municipal se enfrente a la policía estatal y federal.
Los narcos están riendo.
Mientras el gobierno y la policía exhiben su ineptitud.
Pobre México. Estamos en manos de pendejos.
Por donde veo, no hay nadie que tenga la autoridad, el liderazgo, ya no digamos las ganas, de sacarnos del hoyo. Las intenciones de todos los candidatos a legislaturas y delegaciones son cuestionables. No importa otra cosa que ganar. ¿Ganar para qué? ¿Para qué quieren ganar? ¿Para decir que ganaron? De eso se trata, de ganar.
Ellos ganan. Nosotros perdemos. Con quien sea perdemos.
Es triste. Pero es la realidad.
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